Sin embargo, se llega a la conclusión de que la pura verdad es que la mayoría de las personas no entienden el lenguaje de su miedo.
En otras palabras, el miedo habla en un idioma distinto al tuyo.
¿Acaso el miedo habla?
Pues precisamente esa es su función principal.
El miedo es un indicador que te muestra algún tipo de amenaza que pone en peligro algo en tu estilo de vida.
Y si no entiendes la forma en la que te muestra esa amenaza, pues es como si tratase de mostrarte un peligro inminente pero hablando en un idioma distinto al tuyo. Complicado, ¿verdad?.
Es por eso la importancia de hablar el mismo idioma que nuestro miedo.
¿En qué idioma habla nuestro miedo?
En forma de emociones.
El miedo en sí es un estado emocional provocado por algún tipo de emoción principal.
Es el resultado secundario de un efecto principal.
Aparece un peligro delante tuya, tu mente evalúa la situación y emite un informe.
Si ese informe es positivo y beneficioso para tí, no aparece miedo alguno.
Si el informe es negativo y te puede perjudicar en algo, el miedo hace acto de presencia.
El problema de todo radica en la interpretación que tu mente le da a ese informe en cuestión.
Normalmente, la mayoría de las personas ni tan siquiera lo leen, porque el efecto bajo el miedo es tan controlador, que caen bajo su efecto sin tan siquiera saber el porqué.
Me explico.
Aparece un problema delante tuya, tu mente evalúa la situación y emite ese informe que dice que lo que tienes delante es una amenaza para tí.
Entonces sientes miedo.
En vez de seguir en tu mismo estado de ser, tu cuerpo al sentirse de una forma distinta, hace que pienses también de una forma distinta.
Y tu mente empieza a acumular pensamientos, prejuicios e imaginaciones creadas por tus propias suposiciones y basadas en el estado temeroso en el que te encuentras.
Sin embargo, no nos paramos a tratar de descifrar el porqué nos sentimos así realmente, y nos limitamos a caer en la inercia emocional.
¿Qué es la inercia emocional?
Pues el efecto que se produce cuando te sientes mal, entonces empiezas a pensar mal, y como piensas mal, te sientes peor, y como te sientes peor, sigues pensando todavía peor que antes...y así hasta el infinito y más allá.
Lo mismo ocurre con el miedo.
Caemos en sus redes sin resistirnos ni tan siquiera un poco para intentar escuchar su mensaje.
Poco a poco nos vamos adaptando a caer en el efecto y no saber el porqué.
A sentir miedo y no a ver la raíz de éste.
A seguir las consecuencias de nuestro estado emocional sin leer el verdadero lenguaje con el que nuestras emociones nos están hablando.
Es necesario aprender el lenguaje emocional, porque toda emoción se produce por una acción y ese proceso es información en estado puro que debemos controlar perfectamente para no caer en su inercia.
Es por ello que se habla de aguantar tus temores y ser más fuertes que ellos.
Pero no porque tengas que resistirlos eternamente, sino más bien porque es necesario no sucumbir ante ellos durante el tiempo justo y necesario para que podamos leer el mensaje completo que intentan comunicarnos.
Superar el miedo es necesario hasta este punto en cuestión. Una vez consigues resistir ese breve espacio de tiempo, tan sólo tienes que aplicar tu conciencia y tu sentido común para analizar y ver el verdadero problema.
Entonces descubres que el miedo es algo secundario y no es el problema principal, sino más bien el aliado que te lo descubrió y lo puso delante tuya.
No hay comentarios
Publicar un comentario