Hoy quiero traerte un testimonio en el que vemos que no es imposible tener una relación sana con alguien que tiene filofobia o miedo al compromiso, incluso cuando la situación parece de lo más complicado.
Nuestra percepción del problema quizás nos dice que la gravedad es 10, cuando realmente, si lo analizamos de forma objetiva e inteligente, solo llega hasta 3 y se puede recuperar perfectamente el control de dicha situación.
Aunque este testimonio es real y la propia persona con la que he estado trabajando ha querido ella misma que se publique para que pueda ayudar a otras personas a mejorar, he preferido poner un nombre distinto para simplemente guardar la privacidad de dicha persona en ese aspecto... pero todo lo demás, real como la vida misma.
Aquí te dejo con Luisa.
Cuando parecía que todo iba genial
Me llamo Luisa y tengo 46 años. Quiero contar mi situación parte por parte para poder ir al grano en los detalles que para mi fueron los más importantes en mi relación con Carlos.
Lo conocí en una app de contactos, en Tinder para ser más concreta.
Al poco tiempo de chatear con él, hablamos por teléfono y empecé a ver que era un hombre abierto, simpático y al parecer sin ningún problema (quizás yo estaba muy condicionada en buscar a alguien "normal" por mi antigua relación en la que sufrí mucho).
Nuestras conversaciones eran cada vez más largas y muchas veces pasábamos horas hablando.
Había una conexión brutal, como si nos conociésemos de toda la vida.
El parecía estar muy tranquilo, suelto además de tener las cosas claras.
Noté que en las conversaciones hablaba mucho de sentimientos, de emociones, parecía una persona muy emocional.
También hablaba mucho de su pasado y del futuro, de lo que le gustaría tener en la vida en el ámbito emocional.
Me resultaba curioso porque siempre me halagaba mucho, me decía que yo era muy guapa, que tenía todo lo que él buscaba en una mujer y siempre me lanzaba mensajes de todo lo mucho que yo le gustaba.
Yo no estaba tan suelta, porque en cierta manera estaba reacia a dejarme llevar tan pronto, porque estamos hablando de unas cuántas semanas hablando.
Decidimos quedar en persona y todo transcurrió genial. Estaba super cariñoso, atento, amable... predispuesto. Vamos, lo que siempre habría deseado.
Después de eso, él empezó a acelerar más. Me daba los buenos días, las buenas noches, me hablaba siempre, se preocupaba por mi. En el día a día siempre estábamos hablando.
Volvimos a quedar y pasamos un finde juntos en el cuál hubo intimidad sexual.
Yo empezaba a sentirme cada vez más contenta, porque tenía a alguien ahí que correspondía con lo que yo siempre había querido encontrar.
Seguimos unas semanas más así, viéndonos cada X tiempo, cada vez más a menudo, ya que había posibilidad de eso y siempre lo veía predispuesto. En definitiva, todo iba sobre ruedas y cada vez yo iba generando más expectativas de que quizás esto si que funcionaría y que por fin habría encontrado a una persona como Dios manda con la que poder tener una relación sana.
Así estuvimos un tiempo, y sin darnos cuenta generamos una pequeña rutina en cuanto a comunicación, salidas, e intercambio de información, la cuál cada vez era más personal, más emocional y sentimental y más enfocada en el futuro juntos.
Y de repente todo cambia
Y cómo no, llega un momento en todas estas historias en el que todo cambia.
Recuerdo que una noche estaba hablando con él por whatsapp y le noté raro. Le pregunté que si le pasaba algo y me dijo que no, que eran cosas suyas.
Esa noche fue un punto y aparte en la rutina que teníamos porque aunque me dijera que no le pasaba nada, pues yo sabía que si, que le pasaba algo, porque ya lo iba conociendo un poco más.
La versión de él que hasta ahora me había mostrado, desapareció y se volvió una mucho menos activa.
Ya no conversábamos igual, era más frío, más distante, no notaba su alegría o euforia de hablar conmigo como otras veces me había mostrado.
El error que cometí fue el de pedirle explicaciones e insistir varias veces en que me explicara qué sucedía.
Eso hizo que se alejara todavía más y que me mostrara su peor cara.
Un día me dijo (ante mis preguntas de incertidumbre) que estaba pensando en lo nuestro y que no estaba seguro de que esto fuera buena idea.
Que yo era una persona maravillosa, la mujer que todo hombre desearía en su vida, pero que él no se siente que esté a la altura de lo que se estaba creando.
Que tenía miedo de hacerme daño y que no quería que yo sufriera, que quizás lo mejor para mi era que buscara a otra persona y que solamente fuésemos amigos.
Mi cabeza entró en shock y me empecé a preguntar un montón de cosas... ¿cómo es posible que me diga todo esto después de lo que hemos vivido? ¿se está riendo de mí?
Me sentí super mal y me di cuenta de que quizás me había enganchado con este hombre más de lo que yo pensaba.
Le dije que no entendía porqué me decía eso (error), y que por favor lo reconsiderara. Intenté convencerlo de que lo nuestro podría funcionar (error). Luego viendo su actitud le dije que nadie le estaba pidiendo que esto tenía que avanzar como él pensaba (no lo hice bien, ya lo sé)... y que podríamos ser amigos (esto tampoco, porque he aprendido que no debí adaptarme a sus tiempos y exigencias por sus miedos).
El me dijo que mejor como amigos y hubo un alejamiento.
Luego entendí la importancia de saber trabajar esos momentos para cuando se volviesen a repetir, mostrarle la actitud correcta. Te aseguro que todo cambia cuando le muestras a esa persona que el control lo llevas tú y no el... eso lo cambia todo (hacia bien, claro)
El periodo de sequía
En ese momento empecé a trabajar bien las cosas como me había enseñado Antonio. Puse en marcha el punto cero al cuál no me contestó., pero sabía que era lo que tenía que hacer. (Por cierto, aclarar que el punto cero no es igual que tener contacto cero, que sé que se confunde y como bien se explica en el libro "Relacionándome con el Miedo", son dos conceptos distintos y super importantes saberlos separar para que todo vaya bien)
Tengo que admitir que al principio me dio mucho miedo pues parecía que era yo quien me estaba alejando de él ya definitivamente y cerrando todas las puertas, pero luego pensé, ¿qué puertas ni hos**as si ahora mismo no tengo nada? ¿qué más puedo perder?
En poco tiempo y adaptándome ahora si a lo que había aprendido de las pautas de comunicación, volvimos a hablar de forma muchíiiiiiiisimo más fría que antes, pero también aprendí a no buscar lo de antes si precisamente era lo que había desembocado en ese problemón.
Aprendí a ir a un ritmo distinto, con un enfoque distinto y con una actitud hacia él muy distinta.
Aprendí con Antonio a ser asertiva, a llevar yo el control, a que valorase mi tiempo, mis deseos y mis principios y durante ese tiempo empecé a sentirme mejor aunque supiera que no era como antes y que mi mente ansiaba que ese periodo volviera, pero también sabía que no era bueno que volviese si yo no estaba preparada para ello.
La repetición del bucle
Entonces después de un breve espacio de tiempo, me vi inmersa en un nuevo bucle con él. Parecía que nuevamente con las pautas que Antonio me había indicado, todo era nuevamente como al principio pero jajaja, esta vez yo no era la misma.
Me sorprendió a mi misma que cuando algunas veces que me pidió quedar, pude decirle que no, y a pesar de lo que me decía mi mente de que eso lo alejaría, al contrario, generó más valor a nuestras quedadas.
Sentí que el secreto de todo esto consistía en hacerle ver que las cosas dependían de mí y no de él. Que era yo quien decidía. De hecho la mayoría de nuestras conversaciones en las que sacaba conceptos del pasado, yo era quien lo cortaba diciéndole que no quería hablar más de eso porque ya había pasado página y que para mi eso ya no era relevante en mi vida. Que lo que quería era el presente, que si él no quería el presente, pues listo, sin problema, que yo no le estaba pidiendo nada.
También a la hora de trabajar cuando el volvía a exponerme sus miedos y sus excusas... Cuando aprendí a cómo resolver eso en una conversación asertiva, uffffff... todo cambió radicalmente pues lo veía que ponía cara rara ante mis comentarios y como que se preguntaba que quien era yo... eso aunque parecía que podría alejarlo, le generó seguridad. Aprendí esta vez bien, a comunicarme correctamente con alguien que tiene inseguridad, miedo y falta de autoestima y esa fue una base super importante.
Me alegré mucho porque estaba volviendo a vivir una etapa buena con él pero con una actitud distinta, y me sentía que controlaba todo, no necesitaba que él me diese (admito que Antonio tuvo que ponerme muchos trabajos personales para que yo también gestionara mis emociones) ni yo le demandase nada.
No quería avanzar más rápido de lo que lo estaba haciendo, no tenía prisa y me gustaba el presente con él y cada vez él quería (como en el pasado) más, pero yo lo que hacía era reivindicar una y otra vez el presente, no dejarlo que proyectara, someter el futuro a una duda que le hacía ver que no dependía de él, sino de mí y que no mirase hacia allá, sino aquí y ahora. Eso me ayudó enormemente.
Como dar un paso más
Una de las cosas que tenía siempre en mi mente era cómo podríamos avanzar, pero Antonio me enseñó a avanzar sin avanzar. ¿Y eso qué es? Pues a que el avance fuese imperceptible.
¿En qué me ayudó eso? Pues cuando miramos al presente, estábamos ya en una relación, sin buscar esa etiqueta y sin hablar de ello. Un día él estaba hablando con un amigo por teléfono y le oí cómo decía: "Bueno, pues si eso este finde vamos y así te presento a mi novia que creo que no la conoces"
¿Qué hice yo? Nada... no hablé del tema porque me importaba más la realidad que la etiqueta. Así fue, me empezó a presentar como su novia sin yo pedírselo....
A día de hoy sigo obligándolo a que no mire hacia el futuro (cosa que a mi me viene también fenomenal el no hacerlo) y a que reivindique el presente que está viviendo. Haciéndole ver que eso que su mente piensa sobre el futuro no depende de él, sino también de mi, y eso lo ha mantenido con un cúmulo del aquí y ahora bastante importante que quizás es lo que ha hecho que la relación avance.
Yo también he cambiado mucho porque me he vuelto una persona mucho más estable a nivel emocional gracias a todo lo que he trabajado con Antonio y sin duda es algo que me servirá para toda la vida tanto si mi relación con este hombre funciona como si en un futuro pasa algo y no podemos estar juntos. La importancia del presente para mi es fundamental.
Me hubiera gustado dar muchos más detalles o conceptos más personales sobre ciertas etapas para que la gente me entienda mucho mejor, porque nada hay mejor para aprender que los ejemplos, pero sería como escribir un libro y creo que he intentado resumir lo máximo posible y concretar dentro de lo normal lo que he vivido con Carlos y lo que he aprendido gracias a todo lo que Antonio me ha enseñado.
¿Te estás cuestionando si merece la pena? Yo también lo hice y te aseguro que si la merece, por lo menos para irte a la cama tranquila contigo misma de que has hecho todo lo posible pero esta vez bien y respaldada por alguien que entiende de este problema. Si no hubiese funcionado, estaría igualmente tranquila porque sé que hice esta vez si que si, lo mejor y lo máximo que estuvo en mis manos, libre de mis propias carencias.
¿Quieres tener el mismo resultado que tuvo ella en su relación y empezar a hacer las cosas bien con alguien que tiene filofobia o miedo al compromiso? Aquí debajo te muestro las distintas opciones de trabajo que tengo para que puedas alcanzar el mismo resultado o incluso mejor.... Todo depende de ti.
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